18.08.2019
La esencia de las raíces de donde venía la Combi se iba desprendiendo poco a poco e iba transformándose hacia nuevos destinos, nuevas aventuras, nuevas compañeras. Sentíamos que ese espacio necesitaba ser limpiado y cargado de una energía expansiva, la que le pondríamos nosotras. Es así como lleguemos a un lugar de base, de renovación y cambio, de abundancia y de escucha a una misma.
Puerto Morelos. Un lugar tranquilo que nos brindó el aire de la estabilidad y donde las células nerviosas se organizaron en paz. Ese lugar del caribe, tenía una energía peculiar, distinta a todos estos lugares que ya se han masificado y se han inclinado a ser lugares exclusivamente turísticos y privatizados. En Puerto Morelos se respiraba un aire menos cargado de tensión, y si que seguía habiendo turismo, pero era un turista más amable y en la mayoría de los casos un turismo interno. Era un pequeño pueblo de pescadores, muy caricaturesco y amable.
Allí estuvimos trabajando en todos los sentidos. En primer lugar, nos enfocamos en renovar la energía de la Combi, a cambiarle el suelo, a limpiarla, a pintarla...Estábamos muy ilusionadas en poner parte de nuestra magia en este nuevo hogar. Aprendimos muchas cosas trabajando en la reconstrucción de ese espacio. Es así como la viajera siempre acaba aprendiendo un poco de todo y tu oficio se convierte en la variedad de lo que llega en tu camino.
En segundo lugar, trabajábamos casi cada día en la playa. Este no fue el mejor trabajo que se pueda tener pero si fue una oportunidad para ganar mucho dinero. Íbamos persona por persona a explicar nuestro proyecto, en que consistía en un proyecto autogestionado y que pedíamos apoyo en recursos voluntarios a cambio de stikers o el libro. Por un lado fue interesante conversar con tanta gente diversa y ofrecerles nuestro proyecto desde una perspectiva distinta. Pero también fue un poco cansado energéticamente, ya que constantemente nos estábamos relacionando con mucha gente que estaba cargada y poco trabajada de sí. Allí aprendimos el poder que tiene nuestro ombligo en absorber energías y como de útil es taparlo con la mano para protegerte.
En tercer lugar, aprendí el trabajo conmigo misma y lo importante que es escucharte y respetar los propios límites. No es nada fácil viajar con la salud inestable. Y de alguna forma esto ha sido un gran reto para nuestro viaje. Desde que inicié el viaje, estoy con un dolor misterioso en el lado derecho de la barriga. Ha sido un punto pesado, con el que he tenido que entender muchas cosas y con el que poco a poco he ido aceptando. Viajar no solo significa vivir experiencias maravillosas y mágicas. Viajar para muchas también es una elección como forma de vida, y una pasa por los mismos procedimientos que si estuviera en su país - todas aquellas cosas que forman parte de lo cotidiano.
Generalmente la gente entiende el viaje desde una perspectiva sublime y hasta utópica, en la que todo es felicidad y constante movimiento. Pero la realidad no es esta. La realidad es que también una tiene situaciones difíciles y desagradables, o también encuentras la pausa y la tranquilidad en el reposo. Con esto me gustaría romper el mito. Y entender que el viaje también es una elección de vivir desde lo simple y lo cotidiano.
Pues con este dolor hemos recorrido casi todos los hospitales del país, y hemos conocido algunas chamanas y curanderas. En Puerto Morelos conocimos a Mónica, y ella me ayudó mucho. Me hizo un masaje y para mi fue canalizador. Pues me reveló algunas de las cicatrices que estaban impidiendo la circulación de mi energía. Desde ese momento, me adentré en el Hoponopono durante 21 días, trabajando en perdón con mis raíces y ancestros.