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  • Foto del escritorPayasas Cirkulando

La sabiduría de las tierras

27/07/2019

Ya saliendo de la gran ciudad, en la que hemos estado un mes, nuestra barriga empieza a manifestar inestabilidades. La diarrea es uno de los grandes problemas en este país -la venganza de Moctezuma, le dicen... Pues ya hemos pasado unas cuantas, aunque nos cuidemos muchísimo y la cocina y el comer sea una de nuestras pasiones y valores más importantes en nuestra vida.


Fueron 7 horas de bus, alto complicadas por sus curvas y nuestra salud. La llegada a Oaxaca fue algo que energéticamente nos sacudió, pues esta tierra nos prestó varias enseñanzas y misiones que tuvimos que vivir. Nos dimos cuenta de que teníamos que estar preparadas, y que teníamos que ser muy fuertes en una tierra tan sabia.


Aquí en México las tierras te hablan, te conducen, te llevan, te muestran, te acogen o te echan, pero siempre te enseñan.

Estábamos muy lejos de lo que habíamos visto hasta ahora. Estábamos en el sur del país y las calles y sus gentes eran diferentes. Ya después de dos meses viajando por varios lugares, nuestro ser había sido alcanzado por una atmósfera.... Recuerdo los primeros días en Playa del Carmen, y después en Puebla, como era mi observación y mi concepción y como ha cambiado hasta entonces. También transito emocionalmente un viaje de todas las experiencias que me ha brindado todo este tiempo aquí y soy agradecida de aprender tanto.


Una de las cosas que más valoramos al llegar a Oaxaca fue como durante estos dos meses nos han acogido en las casas de las gentes que hemos ido conociendo o los amigxs de la Red de payasas mexicanas, que tanto soporte nos han dado. En Oaxaca nos encontrábamos, por primera vez, más lejos de esta comunidad, de esta red afectiva y de esta vibración tan abierta. Por primera vez, nos veíamos pagando un hostal y sin posibilidad de poder cocinar. Entonces reflexionamos la suerte que habíamos tenido y recordamos cada lugarcito, que tan bien habíamos estado: el CAE, casa de Moi, La Emisora Gourmet, la casa del abogado con las Hélix, Casa Margaritas, la casita en la montaña con Paulina, El portal, en casa de Dani... Siempre compartiendo nuestras comidas y aprendiendo de cada personaje en el camino.


A veces en los lugares te quedas mucho tiempo, porque algo te atrapa, algo te llena y te condimenta. Otras veces, sientes que en un periodo pequeño de tiempo ya aprendiste lo que tenías que aprender. Eso fue lo que nos pasó. Veníamos para quedarnos, y terminamos yéndonos. Veníamos con muchas expectativas, pues toda la gente nos decía: oooooh, Oaxaca! Y nosotras nos saturamos con todo lo que nos enseñó esta mágica y majestuosa tierra poderosa. Nuestro rumbo se estaba transformando y lo teníamos que aceptar.


Betty, La jicara, y los colores en los vestidos de las personas danzantes de la Guelaguetza, fueron nuestros aliados y compañeros de sanación.


La ciudad muy bella, llena de gentes y puestos en la calle de comida con chapulines, frutas, verduras, chocolate, tlayudas... Las ropas muy diversas y muy vivas, de cada cultura y región. Los bailes sorprendentes, cada uno con su ritmo, y su mensaje, proveniente de las 8 regiones de Oaxaca y trasmitiendo el ser de tantos años atrás.

Nos encantó un pueblo llamado Zaachila, que nos recibió tan bien solo llegar. Siempre nos atrapan los pueblos, tan lindos, con la gente saludándote al pasar y mirándote con los ojos curiosos. Las abuelitas, vendiendo verduras orgánicas, el mercado de comida y nuestra atención en los megáfonos, el mercado de pan, chocolate, verdura, tan auténtico y real, los dibujos conscientes en las paredes, los tuc tucs... el estilo de vida de la gente, tranquilo y sonriente.






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