28/05/2019
Un aire distinto atraviesa mi lecho. Allí observo, entre algunas sombras, y me encuentro con las voces que susurran el paso de un tiempo lejano. Supongo que los ojos solo pueden ver una parte de las cosas. Y cuando estoy tratando de mirar esta tierra linda, la veo a través de unas formas limpias y puras, sin filtro alguno que quiera moldear y perfeccionar una realidad. Aquí las cosas son como son, tienen el ser de un espejo transparente y recuerdan a un acordeón de la vida, que suena y resuena en cada pausa.
Es la música lo que encuentras en las calles, en los bares y en las tiendas. Un señor con la guitarra en su tiendita, tranquilo, saluda mientras sonríe con el corazón. La sencillez y la simplicidad en los ojos de las personas humildes, en las que ves el brillo en sus ojos y te abrazan con sus gestos gentiles. Cuanta generosidad! Desde que me fui, ya desde mis tierras, recibí tanta abundancia de las personas que amo. Y acá nos reciben igual, desde ese corazón que late y que revive la conexión entre los seres.
En una semana también descubrí algo oscuro aquí. Toda la pobreza, racismo y narcotráfico. Es una realidad muy difícil, constantemente construida desde el temor y el heteropatriarcado. Las mujeres normalizan su situación de vulnerabilidad. En tan poco tiempo no había escuchado tantas injusticias juntas y nunca sentí tan fuerte esta alerta en mi cuerpo cuando camino por la calle o cuando los hombres se te acercan pensándose con el privilegio de penetrar tu intimidad.
Porque realmente hay mucho peligro aquí. Ahora estamos en la ciudad que ocurren más feminicidios de todo México, siendo México uno de los países con más feminicidios de todo el mundo. Constantemente nos alertan las compañeras que vayamos con mucho cuidado. Con protección, andando poco solas por la calle y nunca de noche. Estamos todas muy atentas las unas con las otras y realmente siento mucho peligro aquí, como un miedo en mi cuerpo que no se como cuidarlo aún. Aprendí con la ley de polaridad de kybalion, que tanta luz tanta sombra, y que todo así es este equilibrio en la vida entre las dos fuerzas.
Conocimos a unas chicas muy potentes de Barcelona, Hélix Libera, se llaman. Ellas viajan en una furgoneta y van a las comunidades, fronteras y centros de acogida de inmigrantes que quieren cruzar hacia América del norte. Hemos conocido un poco más de cerca esta dura y cruel realidad que hace sufrir tanto a las personas. No quedan en el aire las palabras para poder transmitir este sentimiento. Es muy lindo lo que hacen, pues ellas acompañan con el clown desde una mirada terapéutica las emociones de todas estas personas. Les recuerdan que la magia está en el amor y que el amor destruye estas fronteras internas.
Acá la risa está muy viva. Al menos durante estos días, rodeada de tantas payasas, en la sala y en las calles, entre el público y en el escenario, la risa generaba esa complicidad especial que maravilla el alma. Hay un canal abierto que me llama a ensanchar mi cuerpo hacia estas formas gentiles que bailan entre las luces y los colores. Ha sido genial poder conocer tantas mujeres payasas juntas, conocer sus realidades, sus historias y ver tantos espectáculos potentes para el pueblo mexicano que hablan radicalmente sobre el feminismo y nuestra condición oprimida. Después de hacer una investigación teórica, ya es una realidad todo esto, al verlas a todas bailar con sus cuerpos de payasas y creando esta sororidad y solidaridad entre todas, cuidándonos mutuamente y generando vínculos.
Me siento en una sensibilidad abstracta que me recoge en una cuevita al canalizar todo lo vivido. Mi mente está transformando y es como si de repente el universo me estuviera entregando un sinfín de información constante. Aquí en el aire hay señales que se conectan con el cielo y las energías son perceptibles a ser visibles desde el tercer ojo. Al cerrar los ojos me conecto con todas estas formas y puedo transitar el tiempo de las dimensiones. La espiritualidad es el mensaje y la misión de porqué estoy acá.
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